jueves, 25 de marzo de 2010

La Guerrilla en Aragón-Levante (2)

Jefes guerrilleros (2)

“Delicado” (Juan Ramón Delicado Gonzalez): Procedente del maquis español de Francia contra la ocupación nazi durante la 2a Guerra Mundial, en vez de quedarse allí a disfrutar de los honores de la victoria, elige continuar la lucha antifascista en su tierra, llegando a España en el invierno de 1944-45. Fue instructor de guerrillas itinerante durante varios meses, hasta que organizó su propia unidad. Empezó a actuar por una zona que conocía muy bien —puesto que era natural de Teruel y había luchado en la guerra civil por el Bajo Aragón—: desde la vertiente Este de la Sierra de Javalambre hasta la Sierra de Espadán (Castellón). Más tarde, y con objeto de sensibilizar políticamente una zona muy conflictiva de antiguo, desde el punto de vista social —el triángulo Belchite-Alcañiz-Caminreal—, se trasladó hacia la zona norte de la provincia de Teruel.

El centro neurálgico de sus operaciones se encontraba en la cuenca minera de Utrillas, donde actuaban, desde la primavera de 1938, varias partidas de neta influencia libertaria. Estas partidas —sobre todo en lo que se refiere a la ayuda aportada por sus guías—, si bien nunca se negaron a colaborar con otros grupos guerrilleros, cualesquiera que fuera su ideología (“con tal de que lucharan contra el régimen franquista”), eran muy reacias, en cambio, a dejarse encuadrar en dispositivos de ningún tipo. Eran de la opinón de colaborar, pero no querían ser confundidos. Porque cada cual en su terreno sabe mejor que nadie a qué asuntos hay que atender primero y cuales pueden esperar.

Desde sus bases de la Sierra de Ejulve y del Maestrazgo, en las postrimerías del invierno de 1945-46, su campo de acción se vuelve a desplazar hacia el sur. Tras haber actuado, a mediados de 1946, como coordinador de zona en Valencia, en la primavera de 1947 vuelve a mandar una importante unidad, que actuará por la punta sur de la provincia de Teruel (Rincón de Ademuz) y por las vecinas tierras de Cuenca. La desaparición de “Delicado” es bastante controvertida: se le da por muerto en combate a fines de 1947... otras fuentes le dan por huido a Francia en 1948, e incluso trasladado del monte a la ciudad, en 1950, destino bastante corriente cuando se trataba de militantes serios y consecuentes que, además, poseían una gran capacidad de adaptación a los rigores de la lucha clandestina en las urbes.

“Paco el Serrano” (Francisco Serrano Iranzo). Era natural de Castellote (Teruel). A este grupo se le conocía también por “Partida de la Pastora”. El jefe de esta partida compartió a menudo el mando del destacamento con su compañera, Teresa Plá Meseguer "Durruti", pastora de Vallibona, que era natural de la comarca de Morella (Castellón).

Teresa Plá Meseguer, "La Pastora" o "Durruti"

Cuando "La Pastora" se fue al monte, en 1949 -para escapar a un intento de violación por parte de unos “señoritos desaprensivos” protegidos por algunos guardiasciviles-, Francisco era un fuera de la ley confirmado. Si en el país tuviésemos que señalar media docena de partidas de auténticos incontrolados, una de ellas sería la de esta pareja. Su zona de actuación se extendía desde Valderrobles-Beceite (Teruel) hasta el mar, en la desembocadura del río Ebro, pasando por la zona de Morella (Castellón). Sus acciones tuvieron mucho eco en el período 1948-1950, que quedaron interrumpidas por una prolongada estancia en Andorra, a donde "La Pastora" o "Durruti" regresaría sola en 1956. Se ha dicho que luego “la Pastora” reorganizó la partida, y que ella pasó a mandarla.

En la Venta de Borrull -en el cruce de carreteras Gandesa-Valderrobles-Alcañiz- se cuenta que en la posada de arrieros y caminantes, una noche, cenaron tres guardias civiles y media docena de guerrilleros, entre ellos “la Pastora”, que iban caracterizados de titiriteros. Más tarde, se le volvieron a presentar éstos, pero como guerrilleros esta vez, para pedir al dueño de posada, la llave de una casita que poseía en un horno de cal en pleno monte para poder refugiarse.

Parece ser que aquella casita la utilizaron durante bastante tiempo como depósito de víveres y refugio, sin que ni el posadero ni su mujer denunciasen nunca el hecho a las autoridades.

Francisco Serrano murió en un intento de secuestro en el chalet «Nomen», del término de Regués (Tarragona), y su compañera fue capturada en el verano de 1960 y condenada a muerte en febrero de 1961. Se benefició de una conmutación de pena.

Como ampliación a lo aludido sobre la “Pastora” transcribimos un párrafo del libro de Secundino Serrano "MAQUIS Historia de la guerrilla antifranquista":

“Con todas las cautelas propias de una excepción, en la guerrilla levantina se produjo un caso singular en la persona de Teresa Plá Meseguer, pastora de Vallibona (Castellón) (difiere el pueblo, no la provincia) que participó activamente en !a resistencia, practicó un elevado grado de violencia en sus acciones (fue acusada de 28 crímenes) en compañía de Francisco Serrano Iranzo, y además consiguió sobrevivir en el monte hasta el final de la resistencia y luego ”desaparecer" durante varios años. Para las gentes de los pueblos y también para las fuerzas de represión. Plá Meseguer modificaba de manera sustantiva las convenciones sobre la mujer y la violencia armada. Conocida como "Pastora" por su oficio, ella se autobautizó "Durruti" y desde el régimen la llamaron "Teresona".

Francisco Aguado Sánchez, con su habitual beligerancia verbal (lo mismo llama “verrugas” a Azaña que "grasiento y orondo” a Prieto), escribe que era "una mujer lesbiana de instintos violentos".

Posteriormente, el mismo autor dice que cuando fue detenida "su identificación presentó al principio algunas dudas. Vestía de hombre y por su contextura viriloide y el tiempo transcurrido había experimentado un gran cambio en su fisonomía”. Apresada en la tardía fecha del 5 de marzo de 1960 en Seo de Urgel, finalmente le fue conmutada la pena de muerte a pesar de una biografía verdaderamente activa y violenta. Conocida también como el "maquis hermafrodita", posteriormente adoptó una identidad masculina con el nombre de Florencio”.

“Jalisco”. Los hombres de esta partida procedían casi todos del maquis francés. Eran, por tanto, combatientes experimentados de la Resistencia francesa en Francia. Con bases en la Sierra del Toro-en la cruz de tres provincias, la de Castellón, la de Valencia y la de Teruel-, la partida merodeó activamente por Albentosa, Manzanera, Los Cerezos, Torrijas y San Agustín (Teruel); por Barracas, Jérica, Torás, Begis (Castellón), y por Canales, La Pobleta, Alcofas y Ahíllas (Valencia), con incursiones en Loriguilla y en Domeño, cuando la partida bajó hacia el Puerto de Contreras.

Por allí actuó de concierto con “el Manco de La Pesquera”. En 1947, a “Jalisco” y sus hombres se les señala por la Sierra de Albarracín y en el verano de 1948 su zona de actuación es la divisoria Teruel-Rincón de Ademuz. Esta partida será disuelta en el otoño de 1948, cuando ”Jalisco” regresa a Francia con algunos de sus hombres. El resto se integrará en otras partidas.


Zona de Utrillas
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Hubo dos partidas de extracción libertaria: la de “Durruti” y la de “Espartaco”. La primera con su base principal en la Sierra de Ejulve, mandada por “el Andaluz”, un minero de Riotinto (Huelva). La segunda actuaba desde sus bases de la Sierra de la Costera y la mandaba “Modesto”, y un minero de Armillas (Teruel).

Esta partida era más numerosa que la otra, ya que tenia varios grupos agregados mandados por "el Soriano" -socialista de Soria- y otro por “el Zagal” un joven libertario de Escucha (Teruel), que se echó al monte con 18 años recién cumplidos. Éste tenía a sus dos hermanos mayores exiliados en Francia.

Otros dos grupos los mandaban “Macho” (Justiniano García) y “Chaval” (Pedro Acosta), ambos naturales de Utrillas (Teruel). Los efectivos de ambas partidas eran bastante fluctuantes debido al gran movimiento de personal en la cuenca minera procedente de destacamentos penales o de otras unidades disciplinarias.

Otro grupo agregado a la partida de “Durruti” fue el de “Antolín”, cuyo jefe era de Alcañiz. El nombre de este grupo se escogió en honor a Paco Antolín, de Alcañiz. que fue delegado político de la Centuria Malatesta durante la guerra civil y organizador de un reputado grupo de dinamiteros de la Columna Carod-Ferrer.

Antolín fue también uno de los creadores —los otros fueron Batista, de Valderrobles, y Mañero, de Beceite, ambos libertarios también— del Servicio de Investigación y Enlace de la citada columna. Estas dos partidas -la de “Durruti” y la de “Espartaco”- actuaron desde mediados de 1944 hasta fines de 1949 en el sector comprendido entre Albalate del Arzobispo-Alcañiz-Aliaga-Caminreal. Pero en especial por la zona minera de Utrillas-Escucha-Armillas-Fuentes Calientes y Palomar de Arroyo.

“Pinchol” (Florencio Guillén). Era natural de Gúdar (Teruel) y la razón principal de la creación de esta partida fue la misma que propició y provocó la marcha —o huida desesperada— al monte de muchos hombres: la inseguridad en sus pueblos natales en la posguerra, el pacto del hambre a que se les sometía, y no ya tan sólo por haber defendido a la República, sino también porque algunos eran gente a la que, derrotada y todo, resultaba difícil hacerles inclinar la cerviz. A los que antes se llamó “revolucionarios”, “rebeldes”, “indeseables”, “anarquistas”, después de la guerra todos tendrían un denominador común: el de “rojos”.
De ahí los insultos, las humillaciones o de malos tratos —que de todo distribuyeron los defensores de los caciques y del orden establecido— contra determinadas familias de Gúdar, entre las que se encontraba la del “Pinchol”.

LOS SUCESOS DE GÚDAR (Eduardo Pons Prades)
Quiero dejar constancia de que si en innumerables ocasiones he sentido no poder citar los nombres de mis informadores, —en la mayoría de los casos ya ni se los pedí—, en lo que respecta a Gúdar lo siento doblemente, ya que mi informador fue un hombre joven —de unos 40 años— con un familiar muerto en un atentado guerrillero. Pues bien, todo lo que me explicó me inclina a creer que en estos últimos tiempos se ha dedicado a documentarse sobre el trágico suceso ocurrido allí en setiembre de 1947, con mucha seriedad y aplicación.

En la segunda quincena de abril de 1976 mi planning preveía la visita de la zona costera y sur de la provincia de Castellón y de dos sierras —y de sus contornos—: la de Javalambre y la del Toro, Debo señalar que tanto por tierras de Castellón, y concretamente en Lucerna del Cid, como por las de Teruel —y muy especialmente en Mora de Rubielos y Alcalá de la Selva— oí hablar de “lo que pasó en Gúdar” y en seguida me di cuenta hasta qué punto “las incontrovertibles versiones oficiales” habían hecho su camino. Esta vez, como en dos de mis viajes anteriores, pude comprobar en las versiones oídas —procedentes todas de las mismas fuentes— que algo fallaba.

Así que decidimos subir a Gúdar. Esta visita me había sido desaconsejada, en la primavera y en el verano de 1975, por amigos de aquella región, asegurándome que “el pueblo estaba partido en dos” y que, yendo a lo que saliese, corría el riesgo de caer en manos de gente castigada por aquellos sucesos y salir mal parado.
Fue el domingo 25 de abril de 1976. Al salir, muy temprano, de Manzanera (en la zona de la Sierra de Javalambre) con mi amigo Pedro —que hizo de guía, de introductor e incluso de defensor, cuando la Guardia Civil de su pueblo le preguntó qué hacía yo por allí— nada dejaba presagiar la temperatura siberiana que encontraríamos poco antes de llegar a Alcalá de la Selva: niebla, carretera helada, tormenta de nieve..., ni que todo esto configuraba el climax reinante en Gúdar.

Pero esta vez iba un poco sobre seguro: en Mora de Rubielos se nos había facilitado un contacto y de entrada me alegró comprobar que se trataba de un hombre joven, el cual cuando los hechos del 47 todavía era un niño. Me consta, como ya señalé, que de mayorcito se ha interesado por lo ocurrido y que al filo de los años, hablando con unos y con otros, ha sacado en claro bastantes cosas.

Aquí y ahora no ha lugar a transcribir cuanto me contó -pese a que su joven esposa no hacía más que repetirle “que no se metiese en líos”-, pero sí a subrayar que las versiones dadas hasta la fecha no reflejan más que una parte de la verdad.

No son sino medias verdades o medias mentiras, como se quiera. Y mientras unos hacen gala de una sospechosa discreción, los otros pecan de un sensacionalismo morboso. Ya que:

- 1.° Cuando los dos hijos mayores del «Pinchol» (al que se atribuye la responsabilidad directa de la matanza del 26 de setiembre de 1947) se disponían a echarse al monte, a reunirse con la partida de su padre, hablaron con el alcalde y le dijeron que “dejaban a su madre y a sus hermanitos en el pueblo y que lo hacían responsable, a él, de lo que pudiese sucederles”. A las pocas semanas, Felisa, la mujer de«Pinchol», era detenida y encarcelada en el castillo de Mora de Rubielos, donde una mañana -la del 29 de setiembre de 1946- apareció ahorcada. La versión oficial fue: “suicidio con la ayuda de un pañuelo de cabeza”.

- 2.° Un año después del “suicidio” ocurrían los lamentables y trágicos hechos de Gúdar. Si era en represalia a la muerte de la mujer de "Pinchol" (así lo proclamaba la nube de octavillas que inundó el pueblo), ¿por qué haber esperado un año? Además, los hijos del “Pinchol” hicieron responsable al alcalde, no a sus familiares y, en todo caso, las represalias podían haberse ejercido, por añadidura, contra otras fuerzas vivas del pueblo, y no contra sus familiares y menos aún contra indefensas criaturas. A menos que los supuestos guerrilleros -- porque hasta hoy nada demuestra que aquella matanza la perpetraran auténticos guerrilleros-- buscasen enemistarse definitivamente con las gentes de Gúdar y de los pueblos de aquella comarca.

- 3.° Por otra parte, es del dominio público que, al ocupar los asaltantes el pueblo, el que parecía ser el jefe de los guerrilleros preguntó a un viejo campesino dónde se encontraba la casa del alcalde, y se hizo acompañar por él. Fue este campesino el que llamó a la primera autoridad de Gúdar, pidiéndole que saliera que quería hablar con él.

La mayoría de los cuarenta y tantos atacantes eran gente joven, de menos de 25 años -en esto los testimonios recogidos, tanto en Gúdar, como en Barcelona o en Francia, coinciden plenamente-, y de todos es sabido que la gente de “Pinchol”, salvo sus dos hijos, eran hombres maduros, huidos al monte por parecidas razones a las del jefe de la partida: unos por miedo, otros por no encontrar trabajo y algunos para evitar que su familia se muriese de hambre. Y algunos, los menos, entre ellos “Pinchol”, también por motivos ideológicos. Aunque aquí cabe puntualizar, una vez más, que las raíces principales del problema eran el miedo y el hambre manejadas de mano maestra por quienes, desde siempre -con una postura política conservadora a ultranza-, habían impuesto su ley en sus dominios.

- 4.° Entre los supuestos guerrilleros nadie vio, aquella inolvidable noche, ni al “Pinchol” ni a ninguno de sus dos hijos, cuando lo lógico es que, de haberse querido tomar la justicia por su mano, los atacantes hubiesen ocupado el pueblo —cosa muy factible por aquellas fechas, sobre todo después de haber dinamitado la Casa-Cuartel de la Guardia Civil, la casa del juez y la del cura, que es lo que hicieron en Gúdar, como preámbulo bélico, aquella noche—, que hubieran detenido al alcalde, sentenciándolo y ejecutándolo -como en otros lugares se hizo- en plena plaza, tras informar al pueblo de los motivos de aquel ajusticiamiento. Y lo que hicieron fue llevárselos a una era y asesinarlos fríamente allí. Porque, quienes quiera que fuesen sus autores, aquello fue un vil y monstruoso asesinato.

- 5.° Estos hechos acabaron de dividir al pueblo, ya que propiciaron, al día siguiente, otra represalia: esta vez contra diez cabezas de familia, señaladas sobre la marcha como personas de izquierda, pero tan moderadas que ello les había permitido escapar a la primera represión —la de la primavera de 1938—; la que siguió, como ya era costumbre, a la entrada de las tropas franquistas en Gúdar.


Estos hombres fueron sacados del pueblo manu militari y asesinados, tan vilmente y con la misma frialdad que los otros, al poco rato, en el Barranco de los Arcos, antes de llegar a Mora de Rubielos, muy cerca de la Masía de Fuen Lozana. Entre los ejecutados se encontraba un hombre apodado «Patapalo» —que era panadero— y un hermano suyo que era pastor, “el Rambla”.
Sus cadáveres estuvieron sin sepultar durante una semana y mucho después un perro desenterró la pata de palo y así se pudo saber que eran los desaparecidos de Gúdar. Pero, como ha ocurrido ya tantas veces, no todos habían muerto. Uno de ellos, pese a estar muy malherido, se salvó: el pastor apodado “el Rambla”, que se refugió en la casilla de camineros, cerca de la Masía de Fuen Lozana, reuniéndose luego con los guerrilleros, y siendo evacuado a Francia.

En Gúdar, en resumen, y por enésima vez, comprobé lo que venía constatando por todo el país: que unos no quieren volver a oír hablar mas de todo aquello —quieren que se olvide, pero dejando en pie las versiones que han tenido curso legal durante treinta y tantos años—, mientras que otros, cuyos recuerdos permitirían reconstruir aquello —fragmento importante y trascendente, al fin y a la postre, de nuestra reciente historia— algo más correctamente, tienen miedo de hablar, un miedo palpable, estremecedor, contagioso. Tanto que a mí, en repetidas ocasiones, me entraron ganas de enfundar la pluma, romper los cuadernos de apuntes en mil pedazos y volverme a mis lares o poner proa, y no parar, hasta el mismísimo infierno...
En Gúdar, entre ejecutados de uno y otro bando, tan sólo a raíz de los hechos del otoño de 1947, hubo veinte muertos. Debo hacer constar que hasta la noche del 26 de setiembre de 1947, los guerrilleros no habían molestado a las gentes de aquella región para nada... porque recibían ayuda de todas partes.


En este caso el profesor Secundino Serrano nos propone su versión, según sus investigaciones:

“La política de venganza de los guerrilleros también se tradujo en ajustes de cuentas relacionados con asuntos familiares.

Así, entre las personas represaliadas por los guardias civiles estaban las mujeres de los guerrilleros, y la ejecución irregular de las esposas de dos de ellos provocó las acciones más mortíferas de la guerrilla levantino-aragonesa. Para las fuerzas de represión, eliminar a la mujer de un guerrillero conllevaba una realidad física y otra metafórica, como era privarlos de su “propiedad” más valiosa —conforme a los esquemas ideológicos de la época—, y los del monte respondieron de acuerdo con esa “tasación”.

Felisa Montoliu, esposa de Florencio Guillen García «Viejo» y madre de Florencio Guillen Montoliu "Frasquito", naturales de la localidad de Gúdar, fue detenida por la Guardia Civil y apareció muerta pocos días después en Mora de Rubielos. Aunque las autoridades hablaron de suicidio, su marido testimonió que había sido "asesinada a palos por parte de la Guardia Civil”.

El 28 de septiembre de 1947, y después de un "juicio popular", los guerrilleros llevaron a cabo una durísima venganza en la citada localidad, ejecutando a ocho personas de la misma familia, incluidos tres niños. No participaron en la acción ni "Viejo" ni "Frasquito”. “

*Extractado de las investigaciones de Eduardo Pons Prades y Secundino Serrano


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