FRANCISCO SABATÉ LLOPART, "QUICO"
Francisco Sabater, nació el 30 de marzo de 1915 en Hospitalet, (Barcelona) segundo de los cinco hijos del guardia municipal Manuel Sabater. A los siete años, su padre vióse obligado a internarlo en el reformatorio de Barcelona. Allí conoce a “Marianet”, que con el tiempo sería secretario general de la C.N.T. durante la guerra civil. “Quico” se fuga del reformatorio y regresa a Hospitalet, prometiendo a sus padres hacerse un hombre de provecho. A los diez años se coloca como aprendiz de fontanero.
Al proclamarse la Segunda República, "Quico" se afilia al Sindicato de Oficios Varios de la C.N.T. de Hospitalet. Es protagonista, aunque no muy destacado por su corta edad, en la revolución anarcosindicalista de la cuenca del Llobregat. En unión de su hermano José, el primogénito y tres más, forman el grupo de acción “Los “Novatos», afecto a la F.A.I.
En 1935, “Quico” fue llamado a filas por su reemplazo, pero no se presentó. Declarado prófugo, atraca un Banco en Gavá, cuyo dinero entrega a la Organización para ayudar a los presos anarquistas.
Después del 18 de julio parten para el frente de Aragón enrolados en la columna “Los Aguiluchos”, organizada por Juan García Oliver. Sabater prestó servicios como maestro armero en la División Ascaso. Quiso Sabater hacerse piloto, pero esta clase privilegiada de combatientes, estaba controlada en su totalidad por el P.C.E., lo que le impidió realizar sus deseos.
Tras la reconquista de Teruel por los nacionalistas, “Quico” y tres compañeros discutieron con el comisario político Ariño y de las palabras pasaron a los hechos y lo mataron de un tiro.
Sabater y sus tres amigos tienen que desertar y se ocultan en Barcelona al amparo del Comité de Defensa de las Juventudes Libertarias. Sabater conoce entonces a un correligionario llamado Jaime Pares “el Abisinio”, con el que realizaría en el futuro no pocas acciones de guerrilla; después marchó al frente integrándose en la División Durruti, con la que luego de combatir en el Montsech, pasa la frontera francesa en 10 de febrero de 1939 por Puigcerdá y es internado en el campo de concentración para peligrosos de Vernet de Ariege.
En diciembre (1939) Sabater es “liberado” por la organización de su partido y destinado como montador en la construcción de una fábrica de pólvoras en Angulema; después pasaría a otra de gasógenos con igual cometido. En 1943 se traslada con su mujer y su hija a Perpignán. El alcalde de Prades, de filiación anarquista, le facilita una documentación en regla y la Organización le concede un préstamo con el que compra los útiles necesarios de fontanería y alquila el «más» Casenove Loubette, en el término de Coustouges, a menos de un kilómetro de la raya fronteriza con la provincia de Gerona. Desde este punto, al parecer sin importancia, Sabater va a elaborar la planificación de los distintos golpes de mano que le harían famoso.
Su nueva ocupación de agricultor le obliga a hacer algunos viajes a Ceret, Saint Laurel, Arlés-sur-Tech y por último Perpignán, donde la Organización, que ya ha pensado seriamente en él, le pone en contacto con un viejo camarada el Roseta, otro anarquista de acción, militante en la División Durruti, Es a partir de este momento, comienzos de 1945, donde va a jugar un papel importante como auxiliar de los que pasan a la acción en el terrorismo barcelonés, donde el “Quico” se convertiría en el guerrillero urbano más audaz de la C.N.T-F.A.I. Su profundo conocimiento del terreno, le proporcionaría la zona de paso ideal para la huida hacía su oculto «Mas» Casenove Loubette, o para la infiltración en la Ciudad Condal, Debido a esta peculiar característica, los grupos de acción y las partidas permanecían el tiempo preciso para descansar en algún punto de apoyo, proveerse de alimentos, dejar o tomar las armas, según les conviniese, o aplastarse en algún seguro escondite, a la espera del momento propicio para saltar bien hacia Francia, bien hacía Barcelona, su campo de acción preferido
La primera vez que entró en España después de la contienda, lo hizo para guiar y proteger a una delegación cenetista. Lo acompañaban Jaime Pares Adán “Abisinio” y Juan Salas Millón “Roget”, responsable este último de que Sabaté retomara el camino de la lucha antifranquista. Llegaron hasta Hospitalet, contactaron con los grupos libertarios y , efectuaron los primeros golpes económicos. En uno de ellos, dejaron escrito su mensaje: “No somos atracadores, somos resistentes libertarios. Lo que nos llevamos servirá para dar de comer a los hijos de los antifascistas que habéis fusilado y que se encuentran abandonados y sufren hambre. Somos los que no hemos claudicado, ni claudicaremos y seguiremos luchando por la libertad del pueblo español mientras tengamos un soplo de vida.” También se dedicaron a reconstruir puntos de apoyo, tanto en Barcelona como en el campo, y a distribuir depósitos de armas. Alcanzados los objetivos, regresaron a Francia.
De vuelta a Barcelona Quico decide hacer acopio de fondos pues estaba falto de medios económicos y la Organización no estaba muy holgada de efectivo. En compañía de “el Abisinio” se presenta en Hospitalet, donde dan dos atracos donde obtienen 90.000 pesetas, además de una máquina de escribir, a continuación reciben el encargo del Comité de Resistencia de la C.N.T., de “liberar” a tres correligionarios que habían sido detenidos. El 20 de octubre, cuando eran trasladados a la cárcel, Sabater y “Roset”, atacan a la pareja de Policía Armada que los custodiaba, mientras “el Abisinio” permanecía al volante de un coche para facilitar la huida.
A continuación se presentó en Toulouse, donde el Comité Nacional en el exilio, exigía su presencia. La misión que le acaban de encomendar, es la de introducir en España una importante cantidad de armas para incrementar los grupos terroristas. Esta vez le auxiliaría como segundo “Caraquemada”, residente en Francia desde hacía algunas semanas.
Posteriormente se produce la detención en Gerona de un importante enlace. Por los interrogatorios la policía se entera que el grupo de Sabater, tenía un punto de apoyo en Barcelona en una lechería de la calle Santa Teresa. “Quico” que había hecho el viaje a pie desde Gerona a Barcelona donde llegó el 2 de mayo, ignoraba que la lechería estaba vigilada. Detenido el dueño por la Policía pudo saberse la situación de los escondites de “el Abisinio”, de “Roset” y de “Quico”, El 9 de mayo, Jaime Pares Adán “el Abisinio”, al entrar en casa de su hermana, en la calle Travesera de Gracia, era muerto por la Policía; un segundo anarquista era detenido al entrar en la lechería de la calle Santa Teresa. “Quico” y “Roset”, se ocultaron por algún tiempo. El primero fue a Hospitalet donde le aguardaba su hermano José, puesto en libertad condicional en el campo de Albatera. Pasados unos días “Roset” fue también detenido en su domicilio.
La muerte de “Abisinio”, acribillado a tiros el 8 de mayo de 1946 cuando entraba en su casa barcelonesa, inició simbólicamente el importante listado de muertos confederales. En las bajas libertarias influyeron sobremanera las actividades de los confidentes policiales al servicio del jefe de la BPS, el comisario Eduardo Quíntela Bóveda, que había conseguido atraerse a dos anarquistas relevantes, Eliseo Melis Díaz y Antonio Seba Amores. En la posguerra, Melis, auxiliado por Seba, había logrado dominar el comité regional de Cataluña de acuerdo con el comisario Quíntela, el máximo responsable de la lucha antiguerríllera en Barcelona junto con Pedro Polo Borreguero, que estaba al frente de la Brigada de Servicios Especiales de la policía. El corolario de esas infiltraciones fueron las detenciones continuadas de militantes anarquistas, incluidos comités en pleno. Como consecuencia de las sucesivas caídas, los confidentes se convirtieron en un objetivo prioritario de los resistentes confederales.
Los hermanos Sabater (José y Francisco), se reúnen más tarde en el Monte, regresando por fin a Francia. La plana mayor anarquista estudia a fondo las causas del fracaso de su mejor grupo de acción y descubre que han sido posiblemente traicionados por un viejo anarquista llamado Elíseo Melís Díaz, al que deciden eliminar. Se comisiona para ello a Manuel Pareja quien entra en España con un nutrido grupo hacia el mes de febrero de 1947. La infiltración la hacen ahora desde Prats de Molló, en San Pablo de Seguríes la Guardia Civil mantiene una refriega con ellos. Cae muerto uno y apresan heridos a dos. Pero Pareja y Antonio Gil, consiguen escapar. El 26 de abril, la Policía, continuando las investigaciones derivadas de la detención del enlace de Gerona, descubre en Servia del Ter un arsenal consistente en 100 cartuchos de dinamita, varios revólveres, lápices explosivos, 15 escopetas, un fusil, una metralleta, un teléfono de campaña, una emisora, un catalejo y varios sellos de caucho de la Organización.
La eliminación de Melís habíase preparado minuciosamente. El 12 de julio. Pareja y Gil acuden a unos salones de billar en la plaza Buensuceso. Invitan a Melís a que les acompañe. Este les sigue. Cuando se dirigen a la calle Montealegre, al grupo se unen “El Yago” y Ramón González que moriría meses más tarde, en 13 de junio (1948) en Barcelona en un tiroteo con la Policía. En la calle Montealegre, Melís decide sacudirse la escolta. Da un empujón a Pareja y se mete en un portal, a la vez que le hiere mortalmente con su pistola. Sin embargo Pareja, pudo alcanzarle y Gil, le remató instantes después.
Cumplido el encargo de eliminar a Melís, el M.L.R. (Movimiento Libertario de Resistencia) organizado en marzo de 1947, con el propósito de convertirse en la Rama Militar de la acracia, hizo una siembra de propaganda, advirtiendo a las fuerzas represoras que “al terrorismo gubernamental”, responderían con el “terrorismo popular”, ajusticiando a los delatores en la calle, en sus casas y donde los encuentren, como sí fuesen alimañas.
Después de ejecutar a Melis y de un atentado fallido contra Seba, que no dio ocasión a que lo intentaran de nuevo, poniendo tierra por medio, los libertarios consiguieron ponerse de acuerdo para eliminar al perseguidor por excelencia de los anarquistas, el comisario Quíntela.
La fecha quedó fijada para el 2 de marzo de 1949 y participaron en la acción los hermanos Francisco y José Sabaté Llopart, Carlos Vidal, Mariano Aguayo, Wenceslao Jiménez Orive, José López Penedo y Simón Gracia. La fortuna estuvo del lado de Quiniela. Aunque su coche fue repetidamente ametrallado, ese día ocupaban el vehículo Manuel Pinol Ballester, secretario del Frente de Juventudes del distrito universitario, y José Tella Bavoy, jefe de deportes del mismo organismo. Murieron Pinol y el chófer, Antonio Norte Juárez, mientras que Tella resultó herido.
He aquí la versión del teniente coronel de la Guardia Civil Francisco Aguado sobre la realización del atentado:
“Pasada la una de la tarde, “Quico” con mono azul, simulaba arreglar una avería en el motor de la camioneta. Poco más arriba estaba estacionado un coche Fiat donde se encontraban los componentes del resto del grupo. José Sabater al volante de la camioneta simulaba prestar atención a los movimientos del falso mecánico. A no mucha distancia, paseaba distraídamente otro del grupo. En el Fiat, con las metralletas dispuestas, se encontraban “Wences”, Simón Gracia, del grupo de Sabater y José López.
Poco antes de dar las dos de la tarde, el pacifico paseante se quitó el sombrero. Era la señal convenida. “Quico” extrajo del motor de la camioneta su metralleta, se plantó en medio de la calzada y comenzó a disparar sobre un coche negro que se acercaba, hasta detenerlo unos metros antes de llegar a su altura. Sus ocupantes salieron aturdidos por ambas puertas, pero entonces desde el Fíat fueron ametrallados sin piedad. Todo les había fallado a los terroristas. El coche agredido no era el del comisario Quiniela, sino otro del mismo modelo”
En marzo caía herido José Sabaté, el hermano mayor del “Quico”, y fue evacuado a Francia —previas curas en Martorell y en Abrera—, acompañado por Francisco Martínez Márquez (“Paco”), Santiago Amir Grueñas (“el Sheriff”) y otro compañero.
El primero de los Sabaté en caer iba a ser el hermano pequeño —Manolo—, de veinte años de edad, el cual aprovechando el encarcelamiento de “Quico”, en Francia, y la ausencia de José, logró convencer a otros componentes de un comando armado que le dejaran ir con ellos a España. Así cruzó la frontera, con el grupo de “Caraquemada”, en junio de 1949. Poco después de entrar en territorio español los guerrilleros sostuvieron una refriega con la Guardia Civil y Manolo sería capturado cerca de Moya (Barcelona), pueblo que, con Bañolas, fue uno de los refugios más seguros de la guerrilla libertaria. Manolo Sabater fue juzgado y fusilado el 24 de febrero de 1950 con otro guerrillero llamado “Culebras”. A mediados de octubre del mismo año, José era muerto en una refriega con la policía en las calles de Barcelona.
Estas muertes afectaron profundamente en adelante la vida de “Quico” y al dolor de estas pérdidas se unió un nuevo motivo de aflicción. Como consecuencia de las torturas y de su inexperiencia en la clandestinidad, el pequeño de los Sabaté había facilitado información a la policía, actitud que le valió el desprecio y el olvido de su hermano, un hombre inflexible hasta la falta de humanidad. Verdadera muestra del carácter del guerrillero. La desaparición de sus hermanos fue el argumento utilizado por Federica Montseny para descalificar la acción subversiva de “Quico”, aduciendo que confundía ideales con venganza. Una explicación similar utilizó años después Marcelino Massana: “Creo que vivió excesivamente obsesionado por la muerte de sus hermanos José y Manuel. Sus muertes le impedían aceptar el sosiego y su destierro en Dijon.”
Por una vez parece que va existir cierta coordinación en las acciones guerrilleras: se ha establecido en Barcelona contacto entre Facerías y “Quico”, éste distribuye los encargos. Facerías y Adróver colocarían una bomba en el consulado de Bolivia, sito en la calle Gerona, numero 148; «Quico», «Paco» y otro más, lo harían en los de Perú y Brasil, ubicados en la calle Muntaner, número 273 y en la Rambla de Cataluña, número 88 respectivamente.
Poco después, Francisco Denis “Catalán”, era detenido en Gironella, se trataba de un veterano anarquista acostumbrado a repasar la frontera. Poseedor de muchos secretos sobre el terrorismo ácrata, se los llevó para siempre, Mientras era conducido a Manresa, se envenenó con una ampolla de cianuro que llevaba consigo.
En junio de 1949, “Quico” regresa a su «más» de Casenove Loubette, Había “solicitado” de ]a Organización unas vacaciones. Creyó que los franceses habían olvidado sus cuentas pendientes (tenencia ilícita de armas) con las autoridades del país vecino. Detenido por los gendarmes el tribunal de apelación de Montpellier, lo condenó a seis meses de cárcel y cinco años de destierro en Dijón. Hasta 1955, cumplido su confinamiento “Quico” no vuelve a aparecer por Barcelona.
En 18 de enero de 1951 se produce en Lyon un atraco a un coche postal.
Ciertas sospechas recayeron también sobre Sabater, que aunque confinado en Dijón, este confinamiento no era observado muy rigurosamente. Después de interrogatorios y diligencias, “Quico” fue puesto en libertad por el juez de Lyon en 13 de noviembre de 1952, pero no quedó libre totalmente hasta tres años más tarde en que fue sobreseído su expediente. Exactamente el 16 de noviembre de 1955.Para entonces, la opinión acerca de España en el extranjero, había cambiado bastante.
Tanto “Quico” como los de su grupo disponían de buen armamento. En cuanto a la propaganda habían impreso un periódico titulado El Combate, portavoz de los Grupos Anarco-sindicalistas. El primer número estaba fechado en mayo de 1955. “Quico” entra en España con otros tres compañeros más. De ellos, dos se ocultaron en Tarrasa a la espera de ser llamados por Sabater.
El 3 de mayo los cuatro suben a un taxi en la avenida José Antonio. Amenazan al taxista con una pistola y este los transporta hasta la calle Mallorca, El taxi para frente a la sucursal del Banco de Vizcaya. Del vehículo descienden el “Quico” y dos más. Cerca está una pareja de Policía Armada que para nada se apercibe de lo que está pasando en el Banco. Todo lo hacen silenciosamente. En un instante, se apoderan de 700.000 pesetas.
Quico intentó aumentar la recluta de sus hombres. Para ello conectó con el secretario del Comité Regional de Cataluña, un confederal pacífico. La entrevista quedó fijada para las tres de la tarde en un punto determinado de Pueblo Nuevo. Astutamente, Sabater desde un taxi dio unas vueltas por la zona de la entrevista unos minutos antes de la hora fijada. Cuando llegó el secretario del Comité Regional, volvieron al taxi pero “Quico” se dio cuenta que alguien les seguía. Sabater, ante el asombro de su acompañante, con la culata de la metralleta, rompió el cristal trasero del coche y se dispuso a hacer fuego sobre el vehículo. “Quico” manda parar el taxi cerca del Hospital de Santa Cruz, momento que aprovecha el secretario del Comité Regional de la C.N.T. de Cataluña para salir a toda prisa, tomar otro y desaparecer. “Quico” monta la metralleta y apoyado en una esquina, de espaldas a la pared aguarda la llegada del coche de la Policía que le ha seguido, al que dispara una ráfaga cuando lo tiene cerca. El conductor es herido.
Poco después, asalta un coche que casualmente pasaba por allí y ordena a su conductor se dirija a la parada de taxis sita frente al Hospital de Santa Cruz. Toma y deja varios coches, hasta que consigue escapar a la persecución. El 28 de septiembre Franco se encuentra en Barcelona en viaje oficial. “Quico” aprovecha la importancia del día para utilizar su mortero lanzador de propaganda, artilugio este que llevaba mucho tiempo desarrollándolo y que por fin va a poder dedicarlo al uso que se había propuesto. Busca un taxi con ventana en el techo. Explica al conductor que se trata de hacer campaña afecta al régimen, invitando a los barceloneses se sumen a los actos. Y Sabater, desde el taxi lanza unas cargas de octavillas en español y catalán, en las que puede leerse: “Pueblo antifascista: Son ya demasiados los años que soportas a Franco y a sus sicarios. No basta hacer la crítica de este corrompido régimen de miseria y de terror. Las palabras son palabras. La acción es necesaria. ¡Abajo la tiranía! ¡Viva la unión del pueblo español! Movimiento Libertario de España. Comité de Relaciones”
En el mes de febrero de 1956, Sabaté había presentado la Alianza Democrática de Resistencia Antifranquista (ADRA), mediante la que se dirigía a todos los antifranquistas, con la excepción habitual de los comunistas, y en la que especificaba el objetivo de la misma: el derrocamiento del régimen.
El 21 de marzo de 1956 eliminó a un policía que le iba siguiendo, y seguidamente tuvo que volver a Francia: la frontera francesa constituía la referencia del anarquista barcelonés. En noviembre de 1956 regresó de nuevo a España con Ángel Marqués Urdí y Amadeo Ramón Valledor, que había luchado en la guerrilla antifranquista en León. El 22 de diciembre realizaron un atraco a la empresa Cubiertas y Tejados y consiguieron cerca de un millón de pesetas. En esta acción Marqués Urdí resultó detenido. Con muchas dificultades, Sabaté y Ramón Valledor, después de permanecer escondidos durante un mes en un piso de la ciudad, lograron llegar a Francia en febrero de 1957, acompañados de una joven amiga del primero.
Detenido el 12 de diciembre de 1957 en Francia, los jueces lo condenaron a ocho meses de cárcel y cinco de confinamiento. Pasó por los penales de Perpignan y Montpellier, y salió en libertad el 12 de mayo de 1958. Le restaban los cinco años de confinamiento, que empezó a cumplir en la ciudad de Dijon. Pero un auto del 5 de noviembre de 1959 lo requería de nuevo para comparecer ante la justicia francesa. Entre la cárcel en Francia y la lucha en Cataluña, decidió continuar la resistencia en Barcelona y desoír los consejos de quienes le pedían que se marchara a América.
Parece ser que por aquellas fechas, Sabaté recibió ofertas de colaboración armada y táctica por parte de los Yugoslavia y de Argelia, pero “Quico” siempre temeroso de que los comunistas pudieran atacar las esencias ácratas, no aceptó sin la conformidad del Comité Confederal. Cuando éste aceptó la oferta Sabaté ya estaba embarcado en su última misión sin otra ayuda que sus propios medios.
La situación de Sabaté era critica. Al margen de Vila Capdevila, que hacía la guerra por su cuenta en las montañas catalanas, era el único que permanecía abiertamente en la lucha. Las redes de apoyo ya no eran fiables, y existía la certeza de una colaboración estrecha de las policías francesa y española con el propósito de eliminarlo. El biógrafo de Sabaté, Antonio Téllez Sola, sostiene la hipótesis de que la policía francesa tenía bajo estrecha vigilancia al maquis catalán y que le permitía pasar a España para que fuera liquidado definitivamente por las fuerzas de represión franquistas.
La ratonera de Mas Clará
Desde 1947, los servicios de información franceses pasaban a los españoles informes sobre los guerrilleros instalados en el país vecino: muchos resistentes comprobaron que los estaban esperando al cruzar la frontera, Además, la sede de la CNT estaba infiltrada por los servicios de información franquistas, sobre todo desde la llegada a París del policía Pedro Polo Borreguero, nombrado adjunto de la Embajada española en París.
“Quico” Sabaté entró el 17 de diciembre de 1959 en territorio español, y la Guardia Civil ya estaba avisada. Aquel sería su último viaje al país que tanto quería. Una vez más la peripecia de su persecución volvía a adquirir los tintes del mejor cine negro, con la diferencia que aquí los protagonistas morían de verdad y la sangre era hemoglobina y no salsa de tomate. Distintos son los relatos que hemos manejado sobre la última etapa de la vida de este guerrillero de leyenda pero con ligeras variantes, ninguna importante, todas son coincidentes.
Venían con “Quico” en este último viaje Antonio Miracle Guitart, Rogelio Madrigal Torres, Francisco Conesa Alcaraz y Martín Ruiz Montoya. Después de distintas peripecias, el 3 de enero fueron detectados en el Mas Clará, Casot de Folgas, entre Bañolas y Gerona,...y allí fueron cercados. No tenian más que dos opciones: o aplastarse en un bosque o refugiarse en una masía.
Esta primera hubiera sido la mejor solución. Pero no fue así: increíblemente optaron por meterse en aquella ratonera que era el Mas Clará, una casa situada al fondo de una hondonada. Instalados allí, reclamaron comida para reparar fuerzas y para avituallarse para seguir camino, en vista de la miseria de aquella gente, que apenas tenían para ellos, mandaron a la mujer al pueblo para que trajera víveres suficientes para el grupo.
Aunque la buena señora cumplió la orden de no delatarlos, pues tenían como rehén a su marido, la insólita cantidad de alimentos que requirió la mujer, levantó las sospechas de los comerciantes los cuales dieron cuenta de sus sospechas al alcalde, quien a su vez las puso en conocimiento de la Guardia Civil, lacual ya estaba alertada desde hacía días, en poco más de dos horas rodearon la masía unos trescientos hombres. Dirigió el asedio el teniente coronel Rodrigo Gayet Girbal, jefe de la comandancia.
Dentro de la masía cundía el nerviosismo y la mayoría de los guerrilleros —el único que no despegó los labios fue el más joven— eran partidarios de no seguir adelante y de regresar a Francia. Y que Sabaté repitió varias veces aquello de: “Yo no retengo a nadie...” Pero quizás ya era demasiado tarde pues el cerco se estaba completando.
Cuando la fuerza pública les conminó a rendirse, “Quico” distribuyó a sus hombres por la planta baja y el piso, ordenando a la joven pareja que se escondiera en un rincón y que no se moviese de allí. Y comenzó el tiroteo, que duraría hasta las seis de la tarde. Al anochecer, “Quico” dijo que había que salir, y tratar de pasar a través de las líneas enemigas.
Salieron dos: el más joven y otro. En seguida se oyó un tiroteo y los dos regresaron heridos. El joven, en un brazo, levemente, el otro con un tiro en la cabeza. Luego salieron otros dos y solo volvió uno, también herido. “Quico” salió y recuperó al compañero, también mal herido, que no hacía más que gritar, delirando ya: “¡No salgas “Quico”, no salgas, que te matarán!”.
“Quico” se asomaba a una ventana de vez en cuando, disparaba una ráfaga, y luego hacía de enfermero. El herido le dijo que gritase que se rendían y que él —“Quico”— aprovechase la ocasión para escaparse. Le decía que los dejase que, como estaban heridos, no les pasaría nada. “Quico” no hacía más que repetir: “No digas tonterías, ¿cómo voy a dejaros en este estado?” Pero al fin venció el sentido común y lo convencieron e intentó la salida.
Antes de abandonar la casa, al más joven, después de vendarle el brazo, y como vio que podía valerse por sí mismo, lo ayudó a esconderse en el horno de piedra, del que le aconsejó que no saliera hasta que no hubiese pasado el peligro. “Quico” soltó primero una vaca y se protegió con ella, pero la bestia cayó fulminada a pocos pasos de la casita y “Quico” regresó con un raspón en el cuello, en el que se aplicó una gasa con esparadrapo y probó otra vez con la segunda y última vaca del establo. Y consiguió pasar, después de un breve tiroteo, en el que resultó herido en una nalga y en el pie izquierdo, mientras resultaba muerto un capitán de la Guardia Civil.
Parece increíble, pero así fue: “Quico” consiguió deslizarse por entre aquel tupido enjambre de guardias, ...y escapó del cerco. Pero la muerte le esperaba unos dias después.
La huída espectacular de Quico Sabater
A partir de aquí la historia de su huida se hace cada vez más increíble.
La Guardia Civil le ha perdido la pista. Se pusieron todos los medios para recuperar su pista, todo fue inútil ni siquiera dio resultado el rastreo de un perro policía tras olfatear un pañuelo que “Quico” había perdido. Sin embargo, la pista se orientó de forma marcada hacia Gerona. Los reconocimientos durante el día 4 tampoco dieron resultado. De todas formas, debido a su estado, no podía estar muy lejos.
En la noche del 4 al 5, Sabater cruza el río Ter por un vado aguas arriba del Puente de la Dehesa de Gerona. Esto se pudo comprobar posteriormente por manifestaciones del personal ferroviario, que declaró que cuando subió al tren en la estación de Fornells de la Selva, tenía las ropas mojadas. Sobre las tres de la madrugada del día cinco, llamó a una casa próxima a Fornells de la Selva, pero no le fue franqueada la puerta.
Al iniciar su marcha un tren de viajeros con destino a Barcelona, Sabater subió al convoy. Amenazó con pistola y metralleta a maquinista y fogonero y les conminó enérgicamente que no detuviesen el tren hasta la Ciudad Condal. El maquinista trata de convencerle que era totalmente imposible. Los viajeros tendrían que bajar en las estaciones intermedias y terminarían por accionar el aparato de alarma deteniendo automáticamente el tren. Por otra parte en el empalme de Massanet-Massanas. había que cambiar la máquina de vapor, por otra eléctrica.
Sabater que va en la locomotora, ordena al maquinista que en las detenciones rebase al máximo los puntos donde haya luz, con el objeto de evitar ser descubierto. Como no había comido desde el mediodía del día tres, obligó a maquinista y fogonero le entregaran sus bocadillos, que ávidamente los consumió. Luego se subió a la escalerilla de detrás de la máquina para encañonar más cómodamente a ambos ferroviarios.
Llegado el momento del cambio de máquina, Sabater aprovecha el instante en que ambas quedaban una frente a la otra y de un salto pasa al tren eléctrico. Maquinista y fogonero participan los incidentes al factor de la estación y seguidamente se alerta a toda la línea férrea. Los conductores de la máquina eléctrica no se apercibieron al principio de la presencia de “Quico”. Al pasar el convoy por Hostalrich, donde no había parada,
Sabater, a pesar del dolor de sus heridas, iba tumbado sobre el techo del furgón de equipajes. Al rebasar la estación de Guialbes, Quico Sabater que ya había bajado hasta la máquina, se introdujo en su pasillo y, cuando el ayudante del conductor se dispone a cerrar la puerta, muy sorprendido ve que alguien le encañona con una pistola por la espalda.
Sabater le reclama por algún sitio para ocultarse. Pero esto no era factible, ya que existían muchos puntos peligrosos, debido a la alta tensión de la línea. El ayudante informó al maquinista la presencia de tan inesperado viajero, Sabater le dijo pertenecía a la resistencia y que esperaban refuerzos de América. Dada la circunstancia de que en Sant Celoní había que efectuar un cruce, cuando el tren aminoró la marcha, un kilómetro antes de llegar a la estación, Sabater abandonó el convoy.
Al detenerse, el maquinista informó al factor de la presencia de Sabater, quien a su vez lo comunicó al sargento comandante del puesto de la Guardia Civil de San Celoni, de servicio con dos guardias en las inmediaciones de la estación.
Malherido en una nalga, una pierna y en el cuello, apenas podía mantenerse en pie debido a la fiebre y la gangrena. En busca de un médico, desesperado, acabó forcejeando con un vecino, Francisco Berenguer Rosa, que advirtió la metralleta debajo de su ropa. Los somatenistas de San Celoni habían sido puestos en alerta y una patrulla integrada entre otros, por el cabo del somatén local y secretario de la CNS, Abel Rocha Sanz, oyó las voces de Berenguer y entre Rocha y el guardia civil Antonio Martínez lograron acabar con su vida en la calle de Santa Clota, no sin antes entablar un fuerte tiroteo con Sabater, que se defendió hasta la muerte. Eran las 8 de la mañana del 5 de enero de 1960.
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