El incremento de las guerrillas en Huesca habría multiplicado las fuerzas de represión en la zona, con el riesgo de interrumpir las comunicaciones entre Levante y Toulouse. Mantener abiertas las rutas franco-levantinas parecía más productivo que alimentar otra agrupación cuando lo que se pretendía era utilizar la AGLA como ariete contra la dictadura. Sin embargo, Mercedes Yusta Rodrigo ha puesto de manifiesto que no es defendible la tesis de que el PCE sostuviera una guerrilla de perfil bajo por miedo a un bloqueo de las comunicaciones entre Levante y Francia, ya que las entradas de hombres y material con destino a la AGLA se hacían por Hecho, un territorio desligado de las zonas aragonesas de huidos.
El "Manco de Riglos": Otro Manco célebre
“El Manco de Riglos” era, en el mejor sentido de la palabra, un hombre salvaje: un apasionado amante de la Naturaleza. Y también uno de los mejores tiradores de la región, pese a tener completamente cercenado el brazo derecho a causa de la explosión de una escopeta. Pertenecía a una familia acomodada de Navasa, con tierras y ganado suficientes para no tener que depender de nadie. En 1936 se echó ai monte y anduvo por tres sierras que conocía muy bien: la de Loarre, la de Gratal y la de Guara. En esta última instalaría su base principal a mediados de la década de los 40, cuando la invasión del Valle de Arán. Desde la montaña hostigó al enemigo, se enfrentó con él en solitario, después de haber combatido en una columna libertaria —la Roja y Negra— y, más tarde, cuando la 5.ª Compañía de Servicios Especiales (Guerrilleros) hizo su aparición por aquel sector, colaboró estrechamente con ella como práctico.
El haber oficiado como tal, cuando la sublevación de Fermín Galán y García Hernández (diciembre de 1930), fue una de las razones que le obligó a echarse al monte en julio de 1936.
Al terminarse nuestra guerra civil, como la mayoría de los vencidos, "El Mano de Riglos" anduvo de un campo a otro durante un par de años y, cuando le llegaron los avales, regresó a sus lares. Eran los tiempos difíciles de la Segunda Guerra Mundial y los pasos seguían funcionando y no sólo a beneficio de los españoles.
En el otoño de 1944, cuando los maquis invasores dan las primeras señales de vida (setiembre: con la entrada de grupos de exploración), al "El Mano de Riglos" lo encierran en la prisión de Ayerbe, por considerarlo un "elemento muy peligroso". Pero no tanto por lo que había hecho, como le dijo el cabo de la Guardia Civil que fue a detenerlo con otros dos guardias más, sino por lo que podría hacer.
Su evasión, tras arrancar la reja de cuajo y saltar a la calle desde varios metros de altura, fue muy sonada. Entonces se refugió en la Sierra de Guara y colaboró sobre todo con los Grupos de Acción Anarquista (G.A.A.). Su actuación se cerró con su marcha a Francia , en el invierno de 1954-55, en el que, al despeñarse, se fracturó una pierna. Su evacuación hacia tierras francesas es todo un símbolo: fue llevado por media docena de hombres, cada uno de ellos en representación de las más antiguas partidas de guerrilleros de la región, a las que "el Manco" había servido con igual dedicación.
"El Esquinazao" (Antonio Beltrán Casaña)
Era natural de Canfranc y jugó un papel de primera importancia en la ayuda a los implicados en los sucesos de Jaca, en diciembre de 1930, tras el fracaso de Galán y García Hernández. Sobre este veterano luchador, que durante la guerra civil fue jefe de la famosa 43 División republicana, se han escrito las más inverosímiles fantasías, en torno a su actuación, fuera de nuestra tierra, a partir de 1939. «El Esquinazao» no estuvo nunca en Grecia —no ya como instructor de guerrillas sino ni como simple turista— ni tampoco pudo organizar escuelas de guías —en la década de los 40— puesto que entonces residía en Moscú, con su compañera y su hija, nacida en la capital moscovita.
A principios de 1945 pasó por Toulouse, donde estuvo varias semanas, ya que era miembro del Comité Central del P. C. E., y luego siguió viaje a México, donde fallecería.
“Agrupación de la Peña Montañesa”
La Agrupación de la Peña Montañesa la formaban varios grupos —casi todos ellos procedentes de Francia— que pronto se independizaron del “alto mando" de allende los Pirineos, por considerar que estaba en la luna por lo que se refería a la verdadera situación en la comarca. Estos grupos actuaron, durante el invierno de 1944-45, por el cuadrilátero Bestué-Boltaña-Campo-San Juan de Plan, con bases en la misma Peña Montañesa (Sierras de Perrera, de Cotillea y de Chía). Después se adentraron hacia el sur del país y se reunieron con otras partidas del Maestrazgo, de la Sierra de Javalambre y de la de Albarracín. Estos grupos se habían infiltrado, en el otoño de 1944, por los puertos de Benasque y de Bielsa.
En Francia logramos localizar a uno de los componentes de esta Agrupación. Es importante saber las razones, las verdaderas razones que movieron al Partido Comunista a organizar y apadrinar la invasión del Valle de Aran, cuyas consecuencias colearían largo tiempo, en el interior y en el exterior de España. He aquí un testimonio de un guerrillero comunista:
«Bueno, mira, yo he llegado a una conclusión muy personal. Y quiero puntualizar que llegué a ella tras haber agotado todos los argumentos que me parecían racionales para encontrar una respuesta marxista. En 1944 y 1945. el P.C. intentó, costase lo que costase, poner ante el hecho consumado a los aliados.
Esto es archisabido. Pero la intención iba en dos direcciones: por un lado tantear a los aliados occidentales— EE. UU.. Inglaterra y Francia—, para ver si éstos estaban dispuestos a intervenir, no al lado de los guerrilleros —que a tal grado de estupidez no podíamos llegar—. sino apoyando y avalando a los grupos moderados de la oposición y en particular a Don Juan de Borbón, por personas interpuestas: militares o no militares.
La última tentativa fue la de Miguel Maura, el cual llegó a tener medio nombrados a gobernadores civiles y a jefes superiores de policía. Por otro lado, el P.C., además de colocar al "país hermano" —la U.R.S.S.— ante el hecho consumado, como a los demás, trató de ponerlo entre la espada y la pared. Pensaron que viendo a la guerrilla española en mala postura primero y en trance de muerte después, forzarían la mano a los soviéticos, obligándoles a presionar sobre sus aliados occidentales "para liquidar la vergonzosa experiencia nazi-fascista de España, protagonizada por los franquistas".
A primera vista esto parece fruto de un infantilismo político de marca mayor. Pero, como el fracaso tiene una dimensión tan descompasada, uno se resiste a creer que el P.C. actuase por su cuenta y riesgo. Seguimos creyendo que nos dejamos manipular por los soviéticos y que éstos nos hicieron bailar al ritmo de su política internacional y nada más.»
Poco podía esperar el guerrillero que sus reflexiones fueran tan acertadas y que de acuerdo con los intereses soviéticos toda la política iba a cambiar de rumbo. Al PCE dejó de interesarle el proyecto partisano español. En las “alturas” Stalin dejó de presionar en favor de España, para que los aliados le dejaran las “manos libres” en el este europeo. Tampoco le interesaba España, puerta del Mediterráneo y Africa, como un pais libre, y mucho menos integrado en la estructura politico-económica de Europa.
Aprovechando la visita que en octubre de 1948 realizaron al Kremlin el Buró Político del PCE, La Pasionaria, Antón y Carrillo, Stalin, acompañado de Molotov y Suslov les indicó la necesidad de abandonar la lucha armada por los sindicatos y el movimiento de masas del régimen de Franco. Les explicó que después de Yalta era de todo punto imposible acceder al poder de forma subversiva. Añadió que resultaba un anacronismo el maquis y se debían tomar otros rumbos en la lucha antifranquista.
Según Azcárate, aunque el buró político defendía las guerrillas acabaron convenciéndose de que Stalin tenía razón. Las elecciones sindicales de 1950 acabaron de convencer a los indecisos de que había que volcarse en la nueva estrategia y así la poca ayuda que ya estaba llegando de Francia después de aquella reunión, prácticamente cesó.
“VILLACAMPA” (Joaquín Aransanz)
Fue una de las procedentes de Francia. Su primera base la tuvo en la Sierra de Guara y dispuso de bases-etapa en las cuevas de Santa María de Buil (al sur de Boltaña), actuó por la zona de Boltaña (Guaso, Torrecilla, Eripol, Castejón de Sobrarbe. Salinas de Hoz, Mediano, Lecina, Las Almunias, Naval, El Grado, Aínsa, Arro, Bierge, San Esteban de Litera). "Villacampa" formó su partida en e! verano de 1946, pero con anterioridad ya había actuado, como «asesor técnico» de otras partidas: la del "Drôle” y la del “Tuerto de Fuencalderas”, entre otras. “Villacampa” participó, asimismo, en una importante expedición de luchadores libertarios organizada en Francia exclusivamente con militantes aragoneses con la misión de alcanzar la villa de Teruel, asaltar la cárcel, y liberar a un centenar de presos militantes de la C.N.T., cuyas vidas parecían estar en peligro. La expedición libertaria —y libertadora— contaba con algo más de medio centenar de guerrilleros.
Durante la marcha Pirineos-Teruel tuvieron que sostener, pese a las precauciones tomadas, frecuentes tiroteos con fuerzas represoras y perdieron la vida una docena de expedicionarios.
Lo más grave iba a suceder en Teruel: una vez llegados al término de la primera fase de la operación —las otras dos eran el asalto a la cárcel y el regreso a Francia—, les informaron que los libertarios encarcelados, pesando los pro y los contras, opinaban que el asalto debía anularse, por considerarlo contraproducente, Y, atando bien todos los cabos, advertían a los de fuera expedicionaria que si el ataque a la cárcel se llevaba a cabo, pese a su advertencia, ellos se negarían a ser liberados por la fuerza...
En el camino de regreso, la expedición fue perdiendo efectivos en una auténtica odisea, acosada por una interminable persecución. En uno de esos combates, en la zona de Caspe (Zaragoza), fue cuando hirieron a “Villacampa”, el 23 de enero de 1947, y fue capturado.
Aunque se le condenó a muerte -pena conmutada más tarde- a “Villacampa” sería el único superviviente de aquella heroica expedición, sin precedentes en la historia de la guerrilla española.
Ésta fue otra de las partidas infiltradas por los Pirineos aragoneses. Sus primeras bases las tuvo en la Sierra del Montsech (Lérida) y la del Mongay (Huesca), desde donde actuó por la zona de Artesa de Segre-Balaguer (Lérida), con acciones por Las Avellanas, Os de Balaguer, Camarasa, Rubio, Menarquens, Bellmunt, Belkaire de Urgel, Agramunt, Tomabous, Ibars de Urgel, y por la zona de Benabarre-Tamarite de Litera (Carnporrells, Baldellou, Fonz, Barbastro, Binéfar, Binaced, Esplús, Alcampel, Azanuy, San Esteban de Litera). A fines de 1947 —tras dos años y medio de actuación en la divisoria Huesca-Lérida— se traslada a la provincia de Teruel, en la que su partida tomará el nombre de la del “Chaval” (Drôle. en francés).
Su zona de merodeo, con bases en los Montes Universales, se extendería desde Albarracín hasta el Rincón de Ademuz (El Cuervo, Alobras, Canigal, Tonnón, Masegoso, Rubiales, Vallanca). Esta partida —mejor dicho, los restos de la partida— fue de las primeras que recibieron la orden de disolverse y de replegarse a Francia. Fue durante la marcha hacia el Pirineo cuando "el Chaval” fue detenido, en las postrimerías del invierno de 1949-50, en las cercanías de Sallent de Gallego (Huesca).
Otra partidas guerrilleras: La del «Rubio», que era lugarteniente de «Villacampa» y que se hizo cargo de la partida cuando éste cayó herido y fue capturado. También procedía de Francia. Unos meses más tarde, los restos de la partida cruzaban la frontera de nuevo.
La del «Cherche», que era natural de Fonz (Huesca), cuya partida se formó en el verano de 1948. Eran antiguos maquis veteranos de Francia. Actuó durante algo más de un año en la zona del pantano de Santa Ana, al este de Tamarite de Litera, en la divisoria Huesca-Lérida. Luego parece ser que los restos de esta partida fueron recuperados por el «Drôle».
Las Guerrillas en Zaragoza
Después de Cataluña, Zaragoza le seguía en volumen de afiliación anarco-sindicalista, por ello no es de extrañar que el movimiento cívico -al igual que en Galicia- se volcara en la ayuda de los que tuvieron y pudieron huir del acoso de los rebeldes triunfadores desde el primer día por la actitud, aun hoy inexplicable de Cabanellas. Los que pudieron pasar a la zona republicana, unos contactaron con las columnas de Durruti y Ascaso que se acercaban a la capital aragonesa para quedarse con ellas y otros recibieron instrucciones para volver a la zona rebelde con el fin de preparar a la población para la insurrección en el momento que las columnas anarquistas llegasen a los arrabales de la ciudad, mientras otros se dedicaban a llevar docenas de familias de militantes que estaban en peligro latente, al campo republicano. Podemos decir que durante mucho tiempo fueron unas guerrillas mudas, pero no inactivas, no fue su labor más heroica que las que empuñaban las armas y desde luego igual de peligrosa.
No ha de sorprender a nadie que por estas tierras las actividades mayores contra el régimen establecido tras la guerra civil tuvieran un marcado sello anarco-sindicalista. Sin embargo, la nómina de partidas guerrilleras fue en todo momento bastante reducida. Esto tiene su explicación. En primer lugar la tremenda represión que se desencadenó apenas estallada la sublevación militar del 36. facilitada por quienes iban a ser las primeras victimas de ella, al no saber anticiparse, como en Barcelona y otros lugares, a la sublevación. Basta echar un simple vistazo al mapa para ver que Zaragoza —como Sevilla— era un punto clave en el desarrollo de los planes de los sublevados. Las izquierdas —y en especial los libertarios— podían y debían haber intuido a tiempo las repercusiones que iban a tener la pérdida de Zaragoza y la de Sevilla- Pero como el general Cabanellas era masón, el gobernador civil Ángel Vega Coronel también, y uno de los más destacados militantes de la C.N.T., un tal Abós, completaba la trilogía. Sólo así se comprende —fiándose el segundo de la palabra del primero, y del tercero de las garantías que le daba el segundo— que los adictos a la República perdieran una posición estratégica —y el potencial humano de la misma— tan valiosa como la capital aragonesa. Las armas que en otros lugares fueron entregadas a las organizaciones sindicales y partidos políticos, aquí lo fueron al general Mola para armar a los requetés de Navarra.
Represión y clandestinidad
Era previsible que, tras el triunfo de los militares golpistas, estos pusieran en marcha la limpieza de su retaguardia. Se aplicó, sin más, el dicho francés: «En la guerra, como en la guerra.»
Desde un principio, la militancia libertaria volvió a entrar en la clandestinidad, aunque esta vez no fuese en un plano estrictamente político, sino con una guerra de por medio, lo cual era una situación inédita en el largo y accidentado historial de la C. N. T. Así que, tanto por las exigencias de orden orgánico como por los imperativos de tipo militar, los libertarios, antimilitaristas acérrimos hasta entonces, se vieron obligados, no sólo a aprender a guerrear en campo abierto, sino también en la sombra. La provincia de Zaragoza quedaría pronto sembrada de refugios-etapa, de puntos de apoyo, de escondites, de depósitos de armas, de pequeños talleres para fabricar explosivos y, por supuesto, cubierta por una red de informadores impresionante. Todo ello, en el transcurso de unos meses (julio 1936-mayo 1937), sería saboteado, alternativa y conjuntamente, por dos gobiernos republicanos: el Central y el de la Generalitat de Catalunya. Tanto Largo Caballero como Companys siempre hicieron grandes manifestaciones de amistad y adhesión, que luego no se correspondieron con los hechos.
Francia: Redes de apoyo a aliados evadidos y pilotos derribados
Haciendo frente a todas las adversidades, los contactos entre libertarios de las dos zonas nunca se rompieron ni entibiaron. Entre los hombres de la C. N. T. que más destacaron en esta labor, y que años más tarde iban a jugar un papel destacadísimo en la Segunda Guerra Mundial, al lado de los aliados, merecen ser destacados Francisco Ponzán Vidal y Agustín Remiro Maneiro.
Ponzán, con media docena de guerrilleros y dos de los más expertos guías del Alto Aragón —los hermanos Noguero, de Parzán—, protagonizaron distintos golpes de mano dados en España de los primeros contra el régimen franquista «en el primer año de la paz de Franco»: En uno de los encuentros con fuerzas enemigas, estas ocasionaron al grupo de Ponzán dos bajas, una de ellas el propio Paco Ponzán herido de consideración, por lo que tuvieron que regresar a territorio francés allí una vez recuperado pasó a engrosar las filas de la Resistencia en la “Reseau Pat O´Leary” cuyo objetivo era el de rescatar aviadores ingleses. Fue uno de los miembros más sobresalientes, hasta que cayó en manos alemanas y fue muerto el 17 de agosto de 1944.
Queda claro, pues, que si los libertarios hubiesen querido crear guerrillas en la retaguardia enemiga, podían hacerlo, porque en tierras zaragozanas se reunían las tres condiciones primordiales para ello:
- a) hombres bien dispuestos y conocedores del terreno y de todo lo que se movía sobre él;
- b) armamento ligero y todos los recursos imprescindibles, con posibilidades de renovación;
- c) la asistencia incondicional de una parte importante de la población civil.
Pero por aquellas fechas, los libertarios eran —y tenían sobradas razones, en todos los terrenos, para serlo— mucho más ambiciosos. Ambición de tan altos proyectos que frustraron los cotidianos que si hubiesen sido de envergadura, sí de suficiente enjundia para el plan guerrillero. También fue frustrante la actuación del gobierno de la República o sus mandos militares, que a partir de mayo de 1937 con respecto a las guerrillas, y sobre todo si estas eran de signo anarquista.
Fue notable la falta de asistencia moral y material por parte de los sucesivos gobiernos republicanos. Los puntos principales de fijación de las partidas estaban en la Sierra de Santo Domingo y Sierra Carbonera (al norte de la provincia), la Sierra de Alcubierre, los Montes de Perdiguera y los Montes de Zuera (en el centro). La parte sur era poco frecuentada por la sencilla razón de que los que se echaban al monte por allí lo hacían hacia la parte norte de la provincia de Teruel.
Líderes y partidas guerrilleras de Zaragoza más importantes:
“Maestro de Agüero” (Ángel Fuertes Vidosa "Antonio”). Aunque esta importante partida se creó por tierras del Alto Aragón, luego se desplazó hacia Teruel-Castellón-Valencia. Sus actividades están reseñadas en el capítulo consagrado a esta última provincia.
“Tuerto de Fuencalderas” El jefe de esta partida, que se creó en el verano de 1944, era natural de Fuencalderas (Zaragoza). Actuó de concierto a menudo con otras dos partidas de extracción libertaria: la de «Carrasco» y la del «Sos». Sus operaciones menudearon por tierras que conocía bien: El Frago, Ores, Asín, Uncastillo, Biel, Sos del Rey Católico, Urriés, Isuerre, Petilla de Aragón y Undués-Pintano. Sus bases estaban en la Sierra de Santo Domingo.
Esta partida, junto con la de "Sos», era una de las que mayor número de prácticos tenía en sus filas. De ahí que, a consecuencia de la frecuencia de sus contactos con partidas no libertarias —que solicitaron a menudo su colaboración—, algún historiador las haya tildado de «comunistas o anarcosindicalistas según soplaron los aires». Las últimas actividades del «Tuerto» y de sus hombres se sitúan a fines del verano de 1949. Al jefe de partida se le supone huido posteriormente a Francia, de donde había llegado en 1944.
“Sos”. El jefe era natural de Sos del Rey Católico (Zaragoza). Como la del «Tuerto», esta partida también se infiltró por los Pirineos a principios del verano de 1944. Eran destacamentos completamente autónomos, que se formaron por afinidad ideológica y por ser coterráneos sus fundadores- En determinados casos su primer armamento se lo procuraron en escondites preparados en las postrimerías de la guerra civil.
En ocasiones estos almacenes clandestinos se encontraban en tierras aragonesas, pero muchas veces estaban en Cataluña, como el de «Sos» que desde sus bases de Aragón, se vió obligado a enviar parte de sus hombres en busca del escondite y el armamento, que no siempre aparecía —eso cuando aparecía— en buen estado. Pero las dificultades eran casi insuperables, al no conocer directamente el escondite, para encontrar el almacén de las armas —o de las bombas de mano—pues a veces la pauta la daba un croquis, pergeñado en un campo de concentración, trazado al dictado de un compañero... que hablaba de un río cuando se trataba de un arroyo y que recordaba pinos donde sólo había alcornoques.
Muchos de estos buscadores de armas escondidas perdieron la vida por tierras catalanas, yendo de un lado para otro tras de los almacenes clandestinos, que a veces sólo existieron en la mente de veteranos luchadores que, al no resignarse a la inactividad ni querer caer en la desesperanza, soñaban con el momento en que «volverían a España, desenterrarían las armas y reemprenderían la lucha».
“Carrasco” (Rufino Carrasco). Era compadre del "Manco de Riglos" —con el que actuó desde 1944 a fines de 1945— y creó su partida en Francia, en el invierno 1945-46. Regresó de nuevo a España, pero no solo, como la primera vez, sino con su partida. en mayo de 1946. Parece ser que, pese a su filiación libertaria (Carrasco había militado en los “Grupos de Acción Anarquista”), la segunda vez que entró en España estaba controlado por la Agrupación Guerrillera.
Hizo una breve aparición por la zona de la Sierra de Santo Domingo y Sierra Carbonera y más tarde por la de Boltaña, desde bases que conocía bien: las de la Sierra de Guara y las de la Peña Montañesa. «Carrasco» llevaba con él aguerridos militantes y eso explica la intensa actividad desarrollada por los pueblos del Alto Aragón (en el triángulo Broto-Bielsa-Boltaña, primero, y en el de Boltaña-Sierra de Guara-Graus, más tarde). Sin embargo, otras fuentes niegan esa sumisión a la Agrupación Guerrillera y aseguran que «Carrasco» y sus hombres actuaron siempre conectados con los Grupos de Acción Anarquista (G.A.A.).
Esta partida fue seguramente la más popular de aquella región, y por ello disponía de una cantidad increíble de puntos de apoyo, así como de la colaboración de la inmensa mayoría de los pastores. Y no pocos guardas forestales, muchos de los cuales habían colaborado ya —en los años 1939-1944— con las cadenas de evasión aliadas. Y en particular con la de «Pat O´Leary», cuyo jefe del último eslabón —el de Toulouse— era Paco Ponzán Vidal, que ya hemos citado anteriormente.
“Los Maños”. Estaba compuesta por jóvenes aragoneses pertenecientes a las Juventudes Libertarias. Fue creada en Francia y sus primeras acciones las realizaron en Cataluña. Su actividad por tierras aragonesas y castellanas —en particular dos proyectos para atentar contra la vida del general Franco— no tuvieron gran trascendencia. Esta es la razón por la que esta partida figurará en el capitulo dedicado a Cataluña-Barcelona.
Las Guerrillas en Teruel, Cuenca y Levante
Guerrilleros en el campamento de la Sénia (comarca del Montsià y província de Tarragona). El campamento en cuestión estaba situado en la zona montañosa denominada Refalgarí. Cuando fue asaltado por la Guardia Civil, el campamento ya estaba desocupado, aunque se pudo intervenir en el lugar diversa documentación así como armamento. Entre la documentación estaban los Estatutos de la AGLA. (Nota facilitada gentilmente por Francisco Itarte) |
Tácticas encontradas en la lucha guerrillera
Mirando el mapa de España, es fácil darse cuenta de la inmejorable posición geográfica-táctica de la misma. Además de su agreste orografía que la hace adecuada para la lucha guerrillera, linda con Cataluña, Castellón, Valencia y Cuenca.
Esta provincia fue, sin lugar a dudas, una de las más guerrilleras de España. Tanto por la existencia de bases principales en todas sus zonas montañosas .sin excepción como por la importancia de sus partidas y también por la duración del enfrentamiento guerrillas-fuerzas del orden. Era asimismo la provincia cruzada por el mayor número de itinerarios guerrilleros, puesto que a través de la Sierra de Javalambre y de los Montes Universales, con el Maestrazgo y las Sierras de la Costera y Ejulve (en la cuenca minera de Utrillas) como bases de tránsito, las expediciones guerrilleras desembocaban en zonas de tanta importancia como la levantina, la del centro, la extremeña, la manchega y la andaluza. Sus tierras vieron celebrarse también el mayor número de reuniones de jefes de partidas en pleno monte: en el Maestrazgo, en las montañas de Utrillas, en la Sierra de Javalambre o en los Montes Universales.
Estas reuniones eran motivadas ya sea por la necesidad de fijar objetivos inmediatos (incrementar y seleccionar los secuestros, los golpes económicos o las medidas punitivas; planear traslados de personal, o modificar las zonas de actuación, así como decidir el repliegue hacia Francia de guerrilleros, partidas o restos de partida) o simplemente para proceder a los cambios de impresiones periódicos.
A estas reuniones —o entrevistas— algunas veces asistieron jefes de partida de distintas ideologías. Otras sólo concurrían a ellas gentes más o menos afines. En todos los casos, la temperatura reinante solía ser tensa. En particular cuando aparecía por tierras de España algún delegado o enviado especial del exterior. Esto era lógico, puesto que los hombres de la Sierra tenían de la lucha una visión mucho más concreta, que quienes veían los toros desde la barrera. Los de fuera, tratando de coordinar la lucha a escala nacional, pecaron a menudo de un desaforado centralismo, perdiendo de vista que el combate guerrillero, en esencia, es contrario a burocratizaciones de cualquier clase.
Dos zonas fueron netamente dominadas por guerrilleros libertarios: la del Maestrazgo y la de la cuenca minera de Utrillas. En esta última hubo incluso un grupo integrado sobre todo por socialistas de Soria. A veces se registró la actividad de paradas de una determinada ideología en regiones donde, antes de la guerra, la presencia de militantes de la misma era prácticamente inexistente.
Se explica esto por la proliferación en el país de unidades disciplinarias (batallones de trabajo, destacamentos penales, colonias penitenciarias militarizadas...), o al destino reservado a muchos ex prisioneros de guerra republicanos en las obras públicas, construcción de embalses, carreteras, puentes... “alquilados” a veces por las brigadas de Regiones Devastadas a empresas particulares.
De estas concentraciones disciplinarias se escapaban y se echaban a! monte los más jóvenes y más decididos, oriundos de otras regiones. Así, por ejemplo, por la zona de Utrillas, y en la partida mandada por "el Soriano”, se podían encontrar no sólo paisanos suyos sino también andaluces y manchegos, socialistas, a los que se unió algún libertario de aquella región, y al que se asignaba casi siempre el papel de práctico.
Otro ejemplo notable es el de los catalanes. Era rara la zona guerrillera donde no se encontraban uno o varios “el Catalán” o “el Cataluña”. Esto se debía al gran número de hijos del Principado hechos prisioneros al final de la guerra civil. Número equivalente, claro está, a su importancia en las filas del Ejercito Popular Regular republicano. Es preciso puntualizar, asimismo, que muchas veces se llamó catalanes a personas oriundas de otras regiones, pero que estaban residenciadas en Cataluña, lo cual aumentaría aún más el eco catalán por tierras no catalanas.
El guerrillero “Pedro”
Francisco Bas Aguado. Uno de los hombres que más destacó en la región Teruel-Levante, y que hizo de la Sierra de Javalambre su cuartel general durante varios años y de todas las montañas importantes circundantes otros tantos puntos de apoyo, fue "Pedro» (Francisco Bas Aguado). Era natural de Orihuela (Alicante) y durante la guerra civil estuvo incorporado en la aviación republicana.
En Francia, durante la ocupación alemana (1940-1944) "Pedro" había mandado un fuerte destacamento áe guerrilleros españoles en el Mediodía francés. Aunque se suele señalar el otoño de 1947 como época de sus primeras incursiones por tierras españolas, lo cierto es que a “Pedro”, como otros destacados jefes guerrilleros procedentes de Francia, viajaron clandestinamente a España mucho antes.
La mayoría de ellos lo hicieron a fines de 1944 y a comienzos de 1945. Y otros, incluso, en años anteriores: en 1942 y 1943. Atribuirle, también, poderes omnímodos, o poco menos, es otra prueba del escaso conocimiento que algunos “historiadores” poseen de las guerrillas españolas en especial y de la guerrilla —y de sus coordenadas más elementales— en general.
“Pedro” no nombró jefe nunca a nadie. Traía en su cartera -era lo usual, tanto aquí como en Francia-, nombres de guerrilleros que, por su actuación, eran merecedores de la mayor confianza. Quienes escogían a sus jefes, democráticamente, por lo regular y en última instancia, eran sus propios hombres. Esto era lo corriente. Con todo, hubo ocasiones en que la elección salió torcida,.,
Y aunque podríamos aducir varios ejemplos, sólo citaremos uno —significativo éste— como botón de muestra: el de la ejecución de “Petrol” (era de Aguaviva, Teruel) por los hombres de su partida, al negarse éste a realizar acciones contra familias adineradas que él conocía y apreciaba personalmente.
Con su actitud, “Petrel” vulneraba unos acuerdos tomados en el seno de su destacamento —que se supone debían violentar a más de uno, puesto que todos eran oriundos de aquella zona, por lo cual echaban a suertes la realización de servicios, digamos, ...espinosos -y no las decisiones de un mando superior determinado. Y esto es lo que, alguna que otra vez, se nos ha querido presentar como “ajustes de cuentas ordenados por la superioridad”.
Lo cierto es que, en torno a los "maquis" se han escrito muchas cosas con cierta ligereza. Tanto en lo que se refiere a su estructuración orgánica -que nunca pasó de mero esbozo- como a su funcionamiento. Y esto sólo demuestra, repetimos, una gran ignorancia sobre las guerrillas de nuestra guerra civil y de la posguerra. A menos que, siguiendo tales razonamientos. lo que se haya intentado probar es que los hombres que las orientaban y las dirigían estaban empeñados en hacer funcionar la guerrilla al revés de como ha actuado siempre por todas partes...; es decir, con cuadros naturales, generalmente aceptados o elegidos por mayoria por los miembros de la unidad, una disciplina auto-impuesta y el mayor grado de autonomía posible.
En todo caso, por el cúmulo de información recogida en España y en el extranjero, podemos afirmar que las partidas que mayor longevidad alcanzaron, que más acciones espectaculares realizaron, que mayores riesgos supieron correr y que mejor clima interior conocieron, fueron aquellas que respetaron esas reglas elementales de la guerrilla.
Así pasó con la partida del “Manco de La Pesquera” (Cuenca), la de “el Fortuna” (Guadalajara), la de “Severo Eubel de la Paz” (Avila), la de “Cencerro” (Jaén), la de Manuel Ponte (La Coruña), la del “Yatero” (Granada) o la de los hermanos Jurado Martín (Málaga), por no citar sino algunas de las doscientas y pico de partidas guerrilleras mandadas por nativos. Por guerrilleros nativos debe entenderse aquellos que no salieron de España a raíz de nuestra guerra civil.
Otro aspecto de la cuestión que ha desviado, cuando no desnaturalizado, el correcto entendimiento de la guerrilla española del siglo xx, y en particular la de nuestra posguerra, es el haber tomado demasiado al pie de la letra lo que rezaba en la documentación, o en la prensa. incautada a los guerrilleros. En España no hubo nunca una Escuela Guerrillera, a la que se enviasen, por ejemplo, hombres que luchaban o militaban en regiones distintas a la que servía de sede a la Escuela. En Francia, en tiempos de la ocupación alemana, la guerrilla española tuvo dos zonas separadas por medio millar de kilómetros: la de Roullens, en el Aude, al sur del país, y ]a de Montaignac, en la Dordoña, en la región Centro. Y, a partir del otoño de 1944, lo que mejor podía asimilarse a una Escuela de Guerrillas fue el Centro de Instrucción Guerrillera de Montréjeau, organizado y mandado por el Coronel Vicente López Tovar.
En este Centro se formaban, o más bien se aclimataban a lo que sería la lucha al sur de los Pirineos, quienes iban a conducir destacamentos o grupos hacia el interior de España. López Tovar también dirigía los campos de entrenamiento diseminados por los Pirineos Centrales (vertiente francesa). Lo demás corría a cuenta de los instructores militares o políticos de que cada unidad guerrillera podía disponer. Y lo que suplió en España a los Centros de Instrucción o a los instructores de unidad o de base fueron los instructores itinerantes, los cuales tampoco fueron siempre, como se ha afirmado, de procedencia francesa.
Se dieron muchos casos, tanto en los medios comunistas como en los libertarios, de muchachos salidos del interior, a veces como simples huidos —y en algunos casos como desertores del Ejército franquista—, que regresaron a España como instructores itinerantes o, por decirlo con la definición usada en los medios guerrilleros: en plan de “palomas mensajeras".
La estructura orgánica de las Agrupaciones Guerrilleras
Ni a nivel de Agrupación ni a ningún otro nivel -está demostrado colmadamente en el terreno de los hechos- las estructuraciones proyectadas, o los nombramientos recaídos a tenor de las mismas, tuvieron en caso alguno una incidencia notable en la actuación guerrillera. Las cosas siguieron siempre, o casi siempre, por los derroteros iniciales. Que la A.G.L. (Agrupación Guerrillera de Levante) se transformara en 1947 en la A.G.L.A. (Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón) no modificó en lo más mínimo ni el esquema general de actuación ni los presupuestos particulares.
Sobre el terreno no existe la menor prueba -o por lo menos nosotros todavía no la hemos encontrado- de una mayor planificación de las acciones, ni tampoco de un trasvase de unidades guerrilleras, a partir de una reestructuración sobre el papel. Si acaso alguna vez, y tan sólo accidentalmente, hubo grupos que se mudaron a provincias vecinas y formaron equipo con las más afines, para regresar más tarde a su campo de acción habitual. O cuando por razones muy específicas los restos de una partida eran absorbidos por otra. Y esto, también nos consta, se realizaba por lo regular cuando unos y otros ya habían participado, de consuno, en una o varias acciones.
No sabemos de un solo caso en que una partida se mudara de zona “por orden superior” o que, por idéntica decisión, se fundiera con otra.
Ésta es una de tantas afirmaciones gratuitas e incoherentes que se han puesto en letra impresa; ya que, de la misma forma que no se pueden imponer jefes o acciones —si se quiere que un núcleo guerrillero funcione medianamente bien—, tampoco puede obligarse a una partida o a los restos de ella a integrarse en otra si antes no se ha evidenciado cierta afinidad, ya sea ideológica, estratégica o de simple apego al terruño común.
La reunión de mandos guerrilleros convocada en 1948 bajo la presidencia de “Pedro” en el Cerro Moreno, de Santa Cruz de Moya (Cuenca), para organizar “la ofensiva de primavera”, confirma lo que venimos diciendo: que, tanto para acciones conjuntas (simultáneas o aisladas, en determinada zona, con vistas a producir un impacto psicológico en la población civil) como para hacer el balance de las mismas, en la mayor parte de los casos -aun a sabiendas de los riesgos que tales concentraciones hacían correr a los mejores elementos de las partidas-, se tenía muy en cuenta el informe o el criterio personal de cada grupo guerrillero. De ahí la frecuencia de sus encuentros.
Los repetidos viajes de “Pedro” a Francia no tenían nada que ver con los cargos que se le atribuyen. El contacto periódico con el exilio fue siempre —y más en aquellos años que se presentían decisivos— una condición síne qua non de supervivencia, tanto en el plano moral como en el material. Hasta los guerrilleros menos politizados, que no escaseaban, estaban persuadidos de que “la solución definitiva debía venir de fuera”, si bien también se tenía por cierto —y por eso estaban en el monte muchos de ellos— que “desde dentro se podía influir mucho en la marcha de los acontecimientos”.
Que algunos hicieran lo increíble, como fue mantenerse en la lucha clandestina durante años y años, demuestra que no subestimaron en momento alguno la importancia del papel que les había correspondido jugar. En el caso de ”Pedro”, fue, simplemente, la buena prensa que tenía, a un lado y a otro del Pirineo, lo que hizo de él un guerrillero tan viajero.
“Pedro” sería uno de los últimos jefes guerrilleros que abandonó la región Levante-Bajo Aragón, en el invierno de 1950-51. Su informe general —que se refería asimismo a otras regiones— fue muy provechoso para el comando de “Antonio el Catalán”, en su tournée de recuperación por España, en la primavera de 1951.
El Guerrillero que vino del Frío: "Ricardo"
Con el nombre de “Ricardo” (Pelegrín Pérez) actuó también por la región Levante-Bajo Aragón uno de los mejores jefes españoles de la guerrilla de la Unión Soviética. Pérez, antes de ingresar en la Escuela Guerrillera del Ejército Soviético, mandó la 4.a Compañía Especial, afecta a la defensa de Moscú en el invierno crucial de 1941-42. Su primera expedición guerrillera, en la retaguardia del ejército invasor alemán, fue aerotransportada y Pérez formaba parte de un grupo de sabotaje soviético-hispano en Bielorrusia.
Vino a España en 1946, vía Yugoslavia-Italia-Francia. Era temperamentalmente hablando, el antiguerrillero ibérico por excelencia, tanto por su gran sentido de la disciplina como por su obsesión de la eficacia, que él relacionaba siempre con el mínimo de bajas propias y la menor cantidad de sacrificios para el pueblo que se pretendía representar y defender.
Por la información recogida tenemos la impresión de que, pese a su innegable abnegación y su indiscutible inteligencia, tanto “Ricardo” como otros compatriotas -e incluso algún francés por medio- debieron padecer lo suyo tratando de convencer a sus pares de las ventajas que podían derivarse de la subordinación a las normas establecidas por un mando único, elegido, eso si, entre los mejores jefes de partida. “Ricardo”, que durante la guerra civil había sido comisario político del XIV Cuerpo de Guerrilleros, mandado por Domingo Ungría, otro español, recorrió varias zonas de España antes de instalarse en la de Levante-Bajo Aragón, por considerar que, por razones de todo tipo, políticas, sociológicas, geográficas..., era la que podía resistir más, como así fue.
Además de los pasillos hacia Francia por tierra, dicha región disponía de un par de entradas y salidas por vía marítima, por las que, dicho sea de paso, las expediciones no sufrieron nunca el menor percance. “Ricardo” tenía la costumbre de desplazarse solo, por lo que nunca se supo en qué circunstancias sucumbió, en un combate con la Fuerza, a fines de 1949, cerca de Alcañiz, en cuyo cementerio está enterrado.
Líderes y Grupos Guerrilleros AGLA
“Petrol” (José Ramia Ciprés) y “Rabós” Los dos eran de Aguaviva (Teruel). Al ser ocupado su pueblo por las tropas franquistas, en la primavera de 1938, ambos fueron detenidos y encarcelados en la prisión habilitada del vecino pueblo de Mas de las Matas. A Aguaviva, valga el recuerdo, lo llamaban “la pequeña Rusia”, calificación que demuestra hasta qué punto llegaba la confusión, pues fue siempre un pueblo con neta predominancia de las ideas libertarias, y el en que, por no tener, no tenían ni un solo comunista por muestra.
Para evitar que los matasen en una “saca salvaje” (ejecuciones a bulto en plena noche), “Rabos” y “Petrel” se deslizaron una noche por el desagüe del retrete y se escaparon. De allí arrancó su marginación, que no era total, por lo menos al principio, ya que prácticamente todo Aguaviva conocía su paradero. Y en lo que a “Rabos” se refiere, éste dormía muchas veces en su propia casa. En varias ocasiones la Guardia Civil hizo irrupción en ella sin dar con él, ya que “Rabos” se había preparado un escondite en el cendrer (depósito de la ceniza) del ancho hogar de la chimenea de su casa.
Sus actividades se centraron, en particular, alrededor de la Sierra Molinera, en el triángulo Ráfales-Monroyo-La Cerollera. De “Petrel” se ha dicho que era un hombre sanguinario, lo cual es una afirmación no fundamentada, puesto que, como ya se señaló, fue ejecutado por sus propios hombres por negarse varias veces a molestar a familias ricas en cuyas fincas él había sido bien tratado cuando trabajó en ellas. “Petrol” fue muerto por sus propios hombres en las postrimerías de 1944.
“Rabos” fue detenido el 6 de mayo de 1946, en el Mas de Bayot —término de La Cerollera—, por culpa de una imprudencia de su mujer, al decir de la gente, y del celo de un guarda jurado de Aguaviva, apodado “el Ros” (“el Rubio”), el cual pacientemente le siguió la pista hasta que descubrió el lugar en que acostumbraba pasar la noche, cuando su mujer se reunía con él, yendo a denunciarlo a la Guardia Civil.
“El Rabos”, atado a un nogal cerca del río Bergantes, en el Barranco de la Moreneta, fue muerto a palos por los guardias. A los pocos días, la partida del “Rabós” ejecutaba al guarda jurado como represalia. Tanto el Rabós” -que poseía tierras y ganado como “Petrol”, del Centro Republicano el primero, y de la C. N. T. el segundo-, eran el prototipo de los hombres a los que no se les había perdido nada en el monte, pero que se vieron obligados a abandonar sus casas -y en primer lugar escapar a una muerte segura en el pueblo de Mas de las Matas- por temor a la venganza que por su condición de vencidos se cernía a toda hora sobre sus cabezas.
“Manso” (Germán Amorrortu Martínez, “Larrañaga”). Estableció su partida, a mediados de 1946, en la punta meridional de la Sierra de Gúdar. Fue, con “Pedro”, uno de los mandos guerrilleros que más veces se trasladó a Francia, gracias a las excelentes relaciones que siempre mantuvo con guías libertarios catalanes, puesto que antes de incorporarse a la guerrilla del monte estuvo actuando en la Ciudad Condal, donde, como ya es sabido, la C.N.T. jugó un papel preponderante en la lucha clandestina.
“Manso”, quizá por tener un espíritu congregador, se ganó fama de “arreglapleitos” y cuando asistía a una reunión de jefes de partidas se caracterizó siempre por su habilidad en limar asperezas y atenuar discrepancias. En mayo de 1948, al ser abatido “Antonio” (Antonio Fuertes Vidosa “el Maestro de Agüero”), se hizo cargo de la coordinación del sector comprendido entre las Sierras de Gúdar, el Pico Tarayuela (Teruel) y Peña Golosa (Castellón). Se marchó a Francia en la primavera de 1951.
“Bienvenido” . Este joven jefe de partida era manchego y empezó su actuación guerrillera por la zona de Puertollano (Ciudad Real) a mediados de 1944, después de escaparse del Destacamento Penal cuyos prisioneros trabajaban en la construcción del embalse de Montoro.
Después se marchó a Francia y a principios de 1946 regresó a España con Vitini y otros destacados guerrilleros procedentes de las Fuerzas Francesas del Interior (F. F. I.), enviado a los Montes Universales (Cuenca-Teruel) como enlace regional. Más tarde formó su propia partida y pasó a actuar por el sur de la provincia de Teruel (Rincón de Ademuz) y por la parte suroeste de la de Cuenca, donde colaboró con “el Manco de La Pesquera”, particularmente en golpes económicos. A raíz de uno de ellos, el último para él, cayó acribillado, el 21 de diciembre de 1946, no lejos de la base guerrillera del Barranco Chorrilbo, en la divisoria Cuenca-Valencia, por la zona del Puerto de Contreras.
Jesús Caellas Aymerich "Carlos"
(Foto proporcionada por su viuda, a través de nuestro amigo Paco Itarte Vericat, del Centre d'Estudis d'Ulldecona (el Montsià- Tarragona)
“Carlos” (Jesús Caellas Aymerich "Carlos" o “Catalán”). Jefe del 23 Sector de la Agrupacion Guerrillera Aragon-Levante (AGLA). Jes´ys Caellas era natural de Solsona (Lérida). Con su primer nombre de guerra (“Carlos”) actuó por la provincia de Teruel y con el segundo (“Catalán”) por las de Valencia y Castellón. Con relación a este jefe guerrillero, al igual que ha ocurrido con otros, ciertos historiadores han navegado a la deriva en muchas ocasiones, ya que al enterarse de que se les había nombrado jefes de sector o de zona -o de lo que fuese-, se ha silenciado, parcialmente unas veces y completamente otras, su actividad, en determinados casos muy notoria, como jefes de partida.
Como si se quisiera demostrar que eran una especie de "Capitanes Araña". De ahí -ésta es una de las razones, entre otras- que hayamos renunciado a sintonizar, salvo en casos bien precisos e ineludibles, con toda esa jerga de organismos y de organizaciones y de reestructuraciones, con la espiral de los cargos y de los ascensos o de las múltiples combinaciones, orgánicas o extraorgánicas. que no tenían otro objeto que el de deslumbrar al enemigo.
“Carlos”, durante un tiempo, mandó una partida en el Maestrazgo, la "dels Monagrells”. Se hablaba con mucha frecuencia del “Catalán” como de alguien muy difícil de cazar y que dio mucha guerra. Su partida anduvo también por tierras de Cuenca (parte oriental de la provincia), donde colaboró con la del “Manco de la Pesquera”. Aquí cabe abrir otro paréntesis para subrayar que nos ha llamado la atención el hecho de que las más afamadas partidas del Bajo Aragón y de Levante actuaran por tierras conquenses y de la mano del guerrillero pesquerano.
Cabe creer que, pese a su filiación libertaria —y libertario de ambientación rural, no se olvide—, al “Manco” debían tenerlo en gran estima y una forma de demostrárselo —hay que reconocer que todas estas consideraciones "el Manco" se las había ganado a pulso— era invitándole a todas las reuniones de jefes de partida, incluso a las que tenían más carácter político que guerrillero, y asistiéndole, con el mejor personal disponible, o solicitando su colaboración cuando era necesario. Por ejemplo: cuando tuvieron que organizarse los grupos de protección y preparar los puntos de apoyo de repliegue para el comando que realizó el golpe de mano contra el tren-pagaduría Teruel-Zaragoza, en el apeadero de Caudé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario